The Lap / El Regazo
There is no other way to see the world but through our own reality. This woman who seems to nurse her son almost mechanically (actually the child is on a self-service basis) in a remote health center in the Central African jungle seems to give wings to her imagination through her lost gaze or is congratulating herself in silence for having arrived in time to the tail of the doctor after walking all day with the sickest of her children or the only one that could carry on her back, whatever!
Meanwhile, I was trying to verify that her world and that of many mothers like she could be better and I wondered if they knew that there are places where medicines take them home and where it is normal not to expect your child to die before five years. Brutal. Hence her face of astonishment when she asked me if I had male children and I answered that one. She looked at me as if lying. As if trying to deceive her.
But that was afterwards, when I thought that the scene breastfeeding the child was unique and that scarf on her head, her face and skin were perfect and then I did what we do photographers when we see something we like. And yes, you can have one, two, three or many children but the lap of our mother is the only place that is truly ours and to which we can always return, without asking or asking permission, where they are always waiting for us and we are welcome.
EL REGAZO
No hay otra forma de ver el mundo mas que a través de nuestra propia realidad. Esta mujer que parece amamantar a su hijo de forma casi mecánica (en realidad el niño está en plan autoservicio) en un remoto centro de salud de la selva centroafricana parece darle alas a su imaginación a través de su mirada perdida o se esté felicitando en silencio por haber llegado a tiempo a la cola del médico después de caminar todo un día con el mas enfermo de sus hijos o el único que podía traer a cuestas, da igual!
Mientras, yo me dedicaba a constatar que su mundo y el de muchas madres como ella podría ser mejor y me preguntaba si sabrían que hay lugares donde las medicinas te las llevan a casa y donde lo normal no es esperar que tu hijo muera antes de los cinco años. Brutal. De ahí su cara de asombro cuando me preguntó si tenía hijos varones y le respondí que uno. Me miró como si le mintiera. Como si intentara engañarla.
Pero todo eso fue después, después de que pensara que la escena amamantando al niño era única y que su pañuelo en la cabeza, su cara y piel eran perfectas y entonces hice lo que hacemos los fotógrafos cuando vemos algo que nos gusta. Y sí, se puede tener uno, dos, tres o muchos hijos pero el regazo de nuestra madre es el único lugar que es verdaderamente nuestro y al que podemos volver siempre, sin preguntar ni pedir permiso, donde siempre nos están esperando.