Si eres fotógrafo y vives en España, sobre todo en el sur entonces tienes que hacer la Almadraba, al menos una vez. Pero si vas en plan turista será como ir al cine, todo muy chulo pero sabes que es mentira, un decorado. Alguna vez he tenido que hacerla así y no he usado una solo foto. Se trata, como todo en el fotoperiodismo de reflejar lo que está aconteciendo no lo que me cuentan o mal veo de lejos. Y lo ideal es no compartir la ‘levantá’ con 30 compañeros apretujados en un barco por más cerca que se esté de la acción. Porque la espera, que habitualmente empieza mucho antes de que salga el sol es pa’ morirse. Que aburrimiento diría uno que acaba de llegar. Por eso es de mucha ayuda que te toque hacerla cuando ya tienes muchos ‘tiros daos’, cuando ya no hace falta convencerte de que lo primero que aprendes en este oficio es a esperar. Una vez comienza la pesca es un frenesí de voces, agua que salpica, atunes dando saltos y coletazos por todas partes, gritos de atención, de advertencias, junto a 20 barcazas juntas moviéndose con las olas y el viento hasta que todo se detiene de repente. Y se acaba. Los planes y planos visuales se hacen sobre la marcha porque todo pasa muy rápido. Hay que venir pensado desde casa. Y se vuelve a ella con el olor a mar y la adrenalina entre los huesos.